SYMPATHETIC NOOSE
Me acuerdo cuando devoraba cada cassete, cada cd que llegaba a mis manos. Los escuchaba enteros una y otra vez. Aprendía cada canción a la perfección, o casi. Las consumía, me consumían. Y hacía mía la música, para siempre. Con los casettes era algo más intenso porque los escuchaba hasta el final y la impaciencia por llegar a ese punto o esa canción preferida no era por lo general la suficiente como para hundir el botón de adelantar del walkman, esto pocas veces sucedía, entonces llegaba al final de cada lado pasando por todas las canciones. Lado A, lado B, A, B, A y B. Una y otra vez daba vuelta. Los soportes físicos de la música también se llegaban a conocer como el propio cuerpo. El acetato por su parte era más especial, creo que por la belleza del soporte, por la carátula en grande y ese sonido particular que producia la aguja al hacer contacto. Luego llegó el cd, pero como al principio no era algo tan frecuente de conseguir (en mi caso), las circunstancias no cambiaron mucho. Más que otra cosa era comodidad lo que se había añadido.
La cuestión era que nunca tenía suficiente música y soñaba con escuchar más y más cosas nuevas. Eso se logró con el tiempo. Llegó el mp3, los quemadores y demás y se inundaron las estuches y el pc. Y claro, se perdió algo de esa excitante experiencia de tener música nueva cada cuanto y no cada rato, como ahora. Hay tanto para escuchar que ya son pocas las canciones que se dan el lujo de repetirse hasta el cansancio. Hay tanto que no he escuchado que creo que el tiempo no me va a alcanzar.
Pero no importa porque finalmente la música sigue ahí, produciéndome esa cantidad de sensaciones, transportándome a tantos lugares... Es algo a lo que estás atado. Algo que llevas dentro y que te lleva. Así fue siempre, desde los primeros años, cuando corría entre el cafetal y escuchaba el crujir de las guaduas como un compás que el resto de la naturaleza seguía. Lo fue desde antes. Tal vez.
Justo ahora acabo de escuchar la Marcha Fúnebre de la "Eroica". Entre el minuto 7 y 9, por ejemplo, tengo la sensación de querer salir corriendo, vuelo y agonizo en alguna parte muy alta, un edificio, una montaña, no se. Me desangro, me dejo caer y me estrello contra un suelo que finalmente no puede reventarme porque más que nunca estoy VIVO... aunque frágil.
Frágil ante algo tan sublime.
Posted by Frank at 3:19 PM
4 Comments
Para el alma a veces la música es como el viento: puede caerte como un brisa y llevarte un sonido que en ocasiones es imperceptible pero te comunica tanto, o puede arrasarte tanto que te vuelca todas tus emociones. Excelente. :)
Pues es fácil identificarse con su post, a mi pues me pasaba algo igual y espera con ansias viajar, y en cada viaje lo primordial era llevar grabadora y grabar la mayor cantidad de música posible, para luego aprenderse las canciones y averiguar hasta el ultimo dato sobre el interprete.
Never enough
...nada se parece tanto a la vida como la música que nos muestra su belleza por un instante y luego se apaga. Para siempre.
(Mishima)
de acuerdo... no podemos más que sentirnos frágiles ante la belleza que caracteriza lo sublime...
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