A CADA RATO
Hace unos meses una comunidad Embera desplazada del Chocó llego a Bogotá. A pocos les importó. A cada rato pasa lo mismo y seguramente la cantidad y la frecuencia desbordó la importancia y les vació el interés a los otros muchos, ¿o debería decir a nosotros muchos?.
Una entidad logró conseguirles un casa en el centro, además de comida y plata para comprar algunas cosas. Varias personas tuvieron la constancia de estar pendientes y de tratar de "socializarlos" pero en realidad la ciudad se los estaba devorando. En eso estaba terminando la socialización a pesar de las buenas intenciones. Y mientras se deslumbraban con la cantidad de cosas nuevas aprendían también el salvajismo de la civilización incivilizada. Desde el lenguaje, pasando por como usar un inodoro, hasta comprender que todo es plata y que por eso se mata y que con ella supuestamente se es feliz. No faltó sino un mes para que Rogelio, uno de los mas jóvenes, se volviera adicto al basuco, y para que Lita, usando una gorra de playboy, nos contara que tenía novio y que quería irse con él a escondidas porque su comunidad no aprobaba la mezcla. Supimos también que ya sabían quien era Uribe porque alguien les mostró una foto diciendoles que era el equivalente del líder supremo de su comunidad, pero más supremo. A través de las sonrisas tímidas de sus mujeres se descubría la tristeza y el miedo, por quedarse y dejar su tierra y su pasado, o por volver y encontrarse con una gente que los quiere matar y sin entender porqué.
Hace más o menos un mes regresaron a su tierra y les garantizaron seguridad y estabilidad. Les compraron muchas cosas: ropa, utensilios, aparatos, una planta eléctrica para que los pudieran utilizar y comida para dos meses mientras lograban sacar las primeras cosechas.
Gran parte de la estadía de los Embera en Bogotá fue registrada para “Exodo”, un documental incluído en una serie en la que actualmente participo como coordinador de realización y que produce la Escuela de cine y tv de la Universidad Nacional. Hoy , mientras Juana la directora del documental me mostraba el primer corte de edición, me contaba también que el camión con las cosas de los Embera nunca llegó a su destino, que desapareció, así que se quedaron únicamente con lo que llevaban puesto, y que según el gobernador del Chocó el ejército les robó toda la comida. Que dos niños ya se murieron y que no se sabe que vaya a pasar. “No podemos hacer nada más Frank” me dice Juana. “Nadie da razón, nadie sabe nada y hay gente que dice que mejor dejemos las cosas así. Lo único es terminar el documental para que sirva como denuncia pero sin mencionar culpas con nombres propios porque no nos van a dejar”.
Hoy amaneció el día oscuro. Hoy estoy oscuro tirando a negro.
Posted by Frank at 7:59 AM
4 Comments
Sigo viendo como limitante la capacidad económica para ayudar en problemas tan serios como esos. A pesar que agradezco no estar así, sé que no está bien dejarlo pasar. Lo que produce leer algo así ya lo sabemos. Lo que pasa es que aún con toda la honestidad del caso no sé qué hacer frente a tanto dolor. Si a Juana, a vos, o a cualquiera se le ocurre algo espero que seamos fuertes y lo hagamos pues.
A cada rato se le pone a uno el día así. Siempre por este mismo tipo de vainas. Siempre porque hay que quedarse callados. A mí también se me puso así.
Lamento que los Embera hayan pasado por todo esto. Pero no sé si haber sido víctimas de un robo como el de sus pertenencias y sus alimentos sea peor que perder la identidad cultural en la contiagiosa y occidental Bogotá.
El drama es el desplazamiento y la pérdida repentina de sus cosas, de su vida y de sus sueños. Los esfuerzos que se hacen han exigido un gran sarificio del Estado pero todo parece irrisorio ante la gran demanda de estas personas en un conflicto que sigue produciendo cada dia más desplazados. Mas desgraciado es quien se aprovecha de la desgracia del desgraciado, esas cosas seguro no les hacian falta a los que se las robaron. Y sabes que no hay nada que podamos hacer... que desgracia.
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