Depresión post-concierto

Así como hacía tiempo no disfrutaba tanto de un concierto, también hacía mucho que no sufría de la depresión post-concierto. Es como un guyabo existencial revuelto con una nostalgia por algo muy bueno que acaba de suceder y que posiblemente no vuelva a ocurrir, por lo menos no en mucho tiempo y no igual. Es un nada que hacer con un no quiero hacer. Es un vacío de domingo en silencio.

Esta vez no tomé, no fumé, solo bailé, salté, sacudí la cabeza, toque una guitarra imaginaria, cerré los ojos y levanté la cara como quien recibe una bendición, canté y grite hasta que mi garganta parecía que ya no era mía, señal de un buen toque y de una liberación total. Y es que no es lo mismo que una rumba de esas, de las otras, ni pite de comparación!, vas de fiesta y a beber o sacas la cabeza por la ventana para ponerte la casa de ruana, con el afán de cambiar la rutina... por otra: mismos lugares, misma gente, misma hora, mismos tragos, misma borrachera, mismo no vuelvo a tomar. La misma mierda!. Un concierto no, un buen concierto es algo por lo que has esperado mucho, mucho más que por una noche de juerga, mucho más que por un fin de semana. Y es que como estamos en un moridero (moridero además porque quiero morir en mi país) y no viene nadie, casi nadie... nunca... casi nunca...

Nunca más?

Posted by Frank at 8:17 AM