LA IMAGEN DE LA SEMANA
Me llama mi mamá y me pregunta que como estoy, que si he estado aliviadito, que si he comido bien. Me pasa a mi papá y él, un poco más parco, me pregunta más o menos lo mismo. Llevo diez más de diez años sin vivir con ellos y todavía me lo preguntan, y sé que esas preguntas y preocupaciones no son rutina, que son sinceras. Lo sé, se siente. Además siempre me alegro cuando recibo su llamada. No se si ellos sientan lo mismo cuando yo les respondo que bien, que no se preocupen que las cosas están bien. Me he hecho tanto a la idea de que las cosas están bien durante los últimos años que es dificil darme cuenta que no lo están o que no están como deberían, es una estrellada. Y entonces en ese momento me siento terriblemente solo. Como mucho antes no me sentía.
Pero no me voy a quejar, esa tampoco es la idea. Además no es que las cosas esten terribles y que ya nos llevo el que nos trajo o que me quiero morir o que qué diablos voy a hacer porque me voy a enloquecer. No, nada de eso. Solo quiero estar realmente bien, como todo el mundo quiere, y poder responderlo con convicción. Qué como voy a hacer para estar bien? ah eso si no se. O tal vez si sé, algunas cosas. Pero de ahí a que sucedan.... Mejor dicho ahí vamos. (digo "vamos" porque solo no quiero estar, además es solo un decir).
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"¿Te das cuenta? todo indica que lo de nosotros no funciona" me dice ella (seguramente no fueron las mismas palabras) refiriéndose a un hecho del fin de semana sacado de la dimensión desconocida. Y bueno si, ya me doy cuenta, creo, ya lo sé, eso parece ser, desde hace mucho. Pero como voy a aceptarlo tan fácilmente si no me gusta cuando nos despedimos porque no quiero que se vaya?, porque sencillamente me siento muy bien cuando estoy con ella. Es así de simple.
Finalmente no es tan simple.
Ya sabrán entonces que de "saber"(o creer saber) a "aceptar " puede haber una distancia.
Ahora si, la imagen de la semana
Posted by Frank at 10:47 AM
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No sé si nací para correr pero quizás sí nací para apostar.
Posted by Frank at 9:10 AM
MARIA LUISA
Ves una foto y te llegan ráfagas de recuerdos como si estuvieras en una máquina del tiempo. Y recuerdas la primera vez que fuiste a cine al teatro Aladino de Caicedonia a ver una película de Bruce Lee y otra de Bud Spencer y Terence Hill en matinée con tus compañeros de primero de primaria que no se podían callar en medio de la proyección mientras tu permanecías inmutable y asombrado (y se que afortunadamente no has perdido el asombro y que el silencio lo manejas bien, tanto que asusta). Los mismos compañeros de la Normal María Inmaculada donde te matriculó tu papá un día lunes, allá donde no querías estudiar porque preferías correr entre los cafetales y embarrarte y quitarte la ropa porque te fastidiaba. Ese día te pesaron en una báscula para café y tenías miedo que tanto desconocido te devorara. Y querías volver a la finca, así no tuvieras el cine cerca para colarte a ver Pirañas Voladoras y Antropófago ya que normalmente hubieras tenido que multiplicar tus años por tres para llegar límite permitido de edad. Pero te colaste y las viste. Y aún asi, hubieras preferido conformarte con ver solo los sábados en la tarde a David Banner convirtiéndose en El Hombre Increible en un televisor a blanco y negro ya que la planta eléctrica solo alcanzaba para eso. Pero hay cosas ineludibles en esta vida y el colegio fue una de ellas. Por fortuna, pues fue también inevitable que miraras a Maria Luisa.
Tu compañero de pupitre era Cesar Augusto, vecino de la casa gemela en la calle 18, el puesto de al lado lo ocupaban "Gorilón" y Edgar Mauricio "La pulga". Adelante estaba el "Mono" y Walter y más allá estaba ella, la misma por la que te desviabas 5 cuadras antes de llegar a tu casa, la misma que vivía al lado de la estación de bomberos, la hija del dueño de la cacharrería. Maria Luisa, la niña por la que lloraste cuando te cambiaron de curso al siguiente año, la monita de ojos grandes que no te deja recordar a su compañera de pupitre. Es curioso que pudieras sentir algo así a esa edad. Ella era la más creída de todas, la más pulcra y malgeniada. Luisita piernaslargas. La que sonreía cuando se lo proponía, la que te miraba mal cuando te ponías a jugar carreras con las galletas que traías en tu lonchera de los Pitufos. Luisita lamejordientedeleche.
Y con la cara de ella se acaba el flash y tienes que volver a ver la foto para tratar de encender de nuevo la máquina. Pero no es tan fácil Frank , algunos recuerdos tienen autonomía para volver tan dulces como esta vez o tan simples como ellos quieran. Ruega para que no te visiten tan seguido los que llegan cargados de amargura.
Una vez más observas la foto y te acuerdas que del teatro Aladino desde hace muchos años solo queda el nombre.
robo en carulla
Posted by Frank at 5:02 AM