Versión #n de una de las 7 escenas de "CUADRO FONICO", multimedia que presenté en Artrónica y un Salón de Arte Digital hace un par años. Es una de esas cosas con las que te va bien pero que no sale exactamente como hubieras querido. Tal vez por lo fría que puede ser a veces la tecnología. O porque uno mismo es su más fuerte crítico. En fin, no importa.
Esto es solo un pretexto para saber si puedo publicar archivos de Flash. Si no pueden visualizarla me gustaría saberlo. (el Flash Player se descarga de la página de Macromedia, para quienes no lo tienen instalado)
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Algunas cosas empiezan a perder sentido, otras adquieren uno nuevo.
SOUNDTRACK PARA LA MUERTE DE UN SUPUESTO GUIONISTA
Desayunó en el restaurante de la esquina siendo casi mediodía. Observaba a esa chica que devoraba al parecer unos huevos con queso y a la cual se le notaban los estragos de la farra de la noche anterior. Se concentró en su nuca descubierta y la imaginó dulce y encantadora como una Zhang Ziyi que quizás debería invitar a la habitación número veinte cuarenta y seis. Terminó de comer los pancakes y salió a recorrer las calles con el ánimo de encontrar en la cotidianidad a sus personajes, y de encontrarse él en ellos y en sus historias.
Ver tantas miradas perdidas no fue un buen comienzo.
Un niño jugaba con su gameboy en el asiento trasero de una camioneta que tanqueaba en la estación, en una reacción explosiva el chico aplasto sus manos contra la ventana mientras hacía una mueca. "Puede ser que todo sea un juego y deba acomodar cada cosa como se debe como en aquel viejo juego o tal vez debería golpear al dueño del vehiculo y robárselo como en aquel otro. Ideas tontas al aire." Encendió su reproductor de emepetres para tratar de inspirarse un poco. Y nada. O mejor dicho todo: la música. Nueve canciones fueron suficientes para recorrer sin prisa veinticinco cuadras y pasar por cuarenta y un mujeres, cincuenta y dos hombres, veintidós niños, ocho ancianos, treinta problemas de amor y treinta y uno de violencia y odio, siete esquizofrenias, dieciséis alegrías y tal vez mil depresiones, treinta y cinco coincidencias, dos transformaciones monstruosas y ninguna perdida de la memoria, ninguna ceguera y ningún hijo robado.
No eran ni las tres de la tarde y ya le aterraba la cercanía del vacío. Se cruzó con un hombre de traje y corbata que lloraba inconsolable e inmediatamente recordó a Joel Barish cuando perdió a su Clementine. Como cliché de la tristeza empezó a llover y prefirió buscar una de esas sillas de parque antes que buscar refugio. Hasta parecía que lo disfrutaba, pero lo cierto era que estaba hundido en la incertidumbre y pensando en que lo que había escrito en su cabeza no era más que representaciones de representaciones ya hechas o simplemente basura encajada a la fuerza. Así fue durante horas, en las cuales solo dedicó un minuto para buscar el justo final precipitado para una historia sin sentido.
Dentro de todo pensó que finalmente si tenía una certeza, la de querer a alguien.
Regresó a casa ya de noche, sirvió comida para su gata y por simple reflejo prendió la tv. Se puso sus gafas de sol solo para imaginarse a si mismo como alguien que esconde algo. Se acostó en la hamaca sin quitarse la ropa mojada…y murió.
(Cualquier parecido con el final de “La muerte de un funcionario público” de Chéjov NO es pura coincidencia.)
5. Siboney (Connie Francis). De 2046 de Wong Kar Wai. Con todo y que se nota el acento de la interprete, la versión no deja de ser buena, es más, eso le da cierto encanto cosa que pasa muy poco en esos casos, escuchar por ejemplo a los Beatles cantando Bésame Mucho (se atrevieron a hacerlo!!!) no es muy recomendable. WKW repite algo que hizo en In the mood for love con Quizás.
4. Tetris theme – Korobeiniki (Ozma). Un tema ruso que no tengo ni idea quien compuso, interpretado esta vez por una banda californiana. Suena bien. Este juego es tal vez el primero y único al que me envicié realmente.
3. I wear my sunglasses at night (Corey Hart). Un soundtrack ochentero para uno de los videojuegos más interesantes de los últimos años, Vice City. Y es que hacer carrera en la mafia, empezando por robar autos hasta terminar entre otras cosas como dueño de prostíbulo, es un sueño para muchos. Es como lo que pasaba con Carmageddon, que tenías que atropellar gente y eso resultaba muy divertido. La más graciosa era la ancianita con el caminador que se apuraba justo antes de que uno le echara el carro encima. Todos llevamos un sicópata o un mafioso dentro. El soundtrack es el de la estación wave 103 (cuando uno va en carro robado se puede cambiar la estación de radio) tiene temas de Flock of seagulls, Blondie y The human League entre otros. Aclaración no solicitada: aunque pareciera, no soy aficionado al los videojuegos.
2. Love burns (Black Rebel Motorcycle Club). De 9 Songs. Lo interesante de esta película de Winterbottom es que da cuenta de un contexto musical concreto. Es como si tomara como pretexto una historia (de hecho así lo hace) para mostrar una tendencia en la música que tiene un punto geográfico o influencias en común. Lo hizo con 24 Hour Party People y lo hizo con esta. Tienen una importancia documental y son además buenas ficciones. Hay temas de Dandy Warhols, Von Bondies, Primal Scream, etc.
1. Everybody´s gotta learn sometime (Beck). De Eternal Sunshine Of A Spotless Mind. Hay mucho para hablar sobre la película, pero solo diré que es muy buena y ya. Por Gondry, por Kaufman, por varias razones y PORQUE SI, así como me responde Ella cuando le pregunto porqué se va, porque si. La canción por su parte me ha perseguido todos estos días. Aquí de bonus el tema principal de la película.
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Los sueños recurrentes con arácnidos han vuelto. La migraña también. Migraña rima con araña. En muchas películas hay un Frank.
Hace cuarenta años, Jean-Marie Maurice Scherer más conocido como Eric Rohmer, realizó un filme con uno de los prólogos más brillantes de la historia del cine. Daniel: esclavo de sus palabras, imbécil librado por sus impulsos. Adrien: sentado en una seguridad desde donde pretende analizar todo, parte de la colección más que cualquier otro. Haydee: Sin una sola palabra, solo ella jugando tímidamente con el mar. Es justamente esa falta de palabras la que anuncia su honestidad, al no prometer a ninguna pieza de su colección nada más allá de lo que su cuerpo y en especial sus labios podían dar.
Y no es solo el prólogo. Es el desarrollo entero de la película, donde se revela la distancia entre lo que se piensa y lo que finalmente se hace. Adrien más que nadie experimentará, en contra de su arrogancía, lo vulnerable que puede ser ante una mujer. Sobretodo si ella es coleccionista de hombres.
De Rohmer, el mejor de sus cuentos morales llevados al cine. Para mí.
La Coleccionista (1966) País: Francia. Título Original: La Collectionneuse. Director y guionista: Eric Rohmer. Fotografía: Nestor Almendros. Escenografía: Nicole Rachline. Música: Blossom Toes y Giorgio Gobelsky. Producida por: Barbet Schroeder, Georges de Beauregard y Alfred de Graff. Intérpretes principales: Patrick Bauchau (Adrien), Haydée Politoff (Haydee), Daniel Pommereulle(Daniel).
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Chocolate Ice Sunday
Fue un buen día, sobretodo por disfrutar de su compañía. Llego a mi casa cansado, sintiéndome feliz, tonto y asustado.
Una vez más te diré, que mis escapes no son cobardía, que el dolor necesita un descanso justamente por la promesa de su compañía. Que prefiero de vez en cuando, y solo de vez en cuando, abandonarme y perderme por ahí, porque nunca el control fue mi arrogancia y además riesgos hay todos los días.
Gatalina bajo el efecto del cat nip
Y también te diré, una vez más, que al igual que el dolor siempre tiendo a volver.
